domingo, 10 de febrero de 2008

Los chicos disfrutan de obras de grandes maestros


Una nena pregunta sorprendida al ver un autorretrato dislocado de Emilio Pettoruti, "¿ese pintor era así?". Cuando todos los presentes moderan la inevitable risa, la guía explica que Pettoruti se pintó como si estuviera "ante un espejo roto", porque esa era la forma que había elegido para ver el mundo. Alrededor de veinte chicos escuchan con atención a la guía. De verdad, con mucha atención. Está terminando una de las visitas guiadas para niños que -con el título "Descubrí los objetos escondidos en las obras"- son organizadas por el departamento educativo del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) durante el mes de febrero. Estas visitas guiadas fueron diseñadas como un paseo lúdico, para que los chicos de entre seis y doce años de edad se acerquen a las obras de artistas argentinos.

Para los chicos, las instrucciones a seguir son sencillas. Cada niño debe elegir un cartoncito de un determinado color, según su edad. Al darlo vuelta, leerá frases como "Arriba de la mesa se escribe una historia", "El perro rompió el diario de mi tío", o la sugestiva "Tengo un bote azul y oro". Con esa información, el niño deberá buscar en dos salas del museo algún cuadro o escultura que pueda asociar a esas palabras. Cuando lo encuentra, tiene que colocar el cartoncito en el piso, frente a la obra. Todo toma la dinámica de un juego a las escondidas, pero sin corridas ni gritos. Los chicos saben que están en un lugar donde no se puede tocar nada, pero sí se permite mirar. Y de eso se trata. Algunos se tienen que poner en puntas de pie para ver mejor, otros consultan a sus padres o abuelos, otros eligen una obra y luego otra.

Patricia Corsani, la guía del MNBA, anuncia que terminó el tiempo y todos se sientan en semicírculo donde ella indica que es justo frente al impresionante "Elevadores a pleno sol" de Benito Quinquela Martín. Empieza por ahí porque es donde hay más cartones. Corsani los lee uno por uno, busca a sus respectivos dueños y les pregunta por qué la frase les sugirió esa imagen. Por ejemplo, una tarjeta dice "en este barrio algo misterioso puede suceder" y la nena de nueve años que puso esa frase ahí explica que eligió ese cuadro porque los trabajadores del puerto que aparecen "no tienen protección si se caen al agua". Estamos en la sala dedicada a los pintores de la Boca y los chicos explorarán a Víctor Cúnsolo, Eugenio Daneri, Onofrio Pacenza, Fortunato Lacámera o a Miguel Carlos Victorica, entre otros artistas.

También entra en el juego de observación la sala contigua -llamada "La llegada de lo nuevo"- que incluye a la generación que se acercó a la vanguardia, con Pablo Curatella Manes, Sesostris Vitullo, Antonio Sibellino y Emilio Pettoruti. A partir de un juego, los guías aprovechan para explicar a los chicos algunas nociones -perspectiva, pincelada y matiz- o la diferencia entre cuadro y escultura -"el cuadro es como aplastado y las esculturas son gordas", aventura una nena- para hacerlos contrastar estilos y temas. Y en definitiva, para ayudarlos a mirar con su plena participación. "Cuando dejás que se expresen, todos los chicos se integran a la actividad -cuenta Corsani- es muy interesante, porque nosotros escribimos las frases pensando en una obra en especial, pero nunca podemos prever qué mensaje le va a llegar desde el cuadro al chico".

En efecto, la frase "seguro que se le rompió el espejo", que correspondía al autorretrato de Pettoruti, terminó en un cuadro de Quinquela Martín, por la movilidad que un chico detectó en el agua, profusamente pintada. La frase "si pudiera ayudarla", que podía corresponder al cuadro "La pérdida del hijo" de Eugenio Daneri, terminó en la premiada "Cocina bohemia" de Victorica, porque para Dante -un chico de 11 años- "toda la comida que aparece en la mesa puede ayudar a la gente que no tiene".

La elección de las salas no es azarosa. "Nos parece importante que los chicos perciban el contraste de lo que hacen los artistas de la Boca y lo que hacen los artistas que empiezan a renovar el arte en el país. Acá se ven muy claramente las dos direcciones que tomaron la pintura y la escultura", explica Corsani. Pero, sobre todo, al MNBA le interesa que los chicos se acerquen al arte argentino desde una mirada personal, cercana y sin solemnidades: "Quinquela siempre tiene un atractivo muy grande para los chicos, por los colores intensos, la imagen simple, incluso por el tamaño de los cuadros". La actividad, además, busca un sentido más profundo que el simple entretenimiento: "al motivar a los chicos para que expliquen espontáneamente lo que ven en cada cuadro, queremos acercarles la idea de que el artista también fue libre y pintó como quiso. Estas dos salas se alejan de la academia o el naturalismo, y por eso dan más pie para desarrollar la idea de libertad en el arte".

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