domingo, 10 de febrero de 2008

Buscan frenar la "Lucha Libre" entre los chicos

El churro, las guerras de piedras... Los juegos infantiles peligrosos o violentos han existido desde el origen de los tiempos y siempre han causado más de un quebradero de cabeza a padres y maestros. Ahora le toca el turno a las peleas de pressing catch, una moda que cuenta con una reputación mucho más negativa que las anteriores. ¿Por qué motivo? Especialistas en el desarrollo infantil consultados por este diario consideran que las imitaciones que muchos niños hacen de los combates de lucha libre que ven por la tele no son más que el reflejo de algunos males de esta sociedad: falta de educación en valores, exacerbación de las actitudes violentas y unos roles infantiles más marcados por los medios de comunicación que por la comunicación con los padres.

Josep Cornellà, psiquiatra infantil y expresidente de la Sociedad Española de Medicina del Adolescente, admite que los juegos violentos siempre han atraído a los menores, pero matiza que gran parte de la agresividad innata de la especie humana se puede canalizar a través de la palabra. Lo que pasa en el caso de los niños es que muchos padres han caído en una paradoja: "Las familias han aumentado el nivel de sobreprotección sobre los hijos, pero a la vez han delegado las funciones educativas en la escuela y cada día es más difícil poder entablar una conversación en casa" sobre lo que preocupa o lo que interesa a los menores.

MODELOS DAÑINOS
Es decir, se habla poco con los hijos y, a la mínima, para que no moleste, se planta al chaval frente al televisor o la videoconsola, unos tótems desde los que en numerosas ocasiones se proyectan modelos de vida nada saludables. "No es cosa solo de ese programa de lucha libre --asegura Jordi Ferré, médico especializado en el desarrollo infantil--. Puedes cambiar de canal y te encuentras con una película en la que el protagonista mata a más de 300 personas; acordémonos si no de Rambo, que llegó a convertirse en el héroe de miles de jóvenes y no tan jóvenes".
En todo caso, insisten los expertos, no todo lo malo se engendra desde la televisión, ni mucho menos. "Estamos ante un problema que afecta a todos los ámbitos sociales, donde la violencia prima por encima de muchos otros aspectos; basta con ver algunas decisiones políticas", continúa Ferré.

CADENA DE TRANSMISIÓN
Además, las posibilidades que tienen los niños de acceder a este tipo de comportamientos (e incluso de llevarlos a cabo y exhibirlos) se han multiplicado gracias a la era de las telecomunicaciones. La realidad prácticamente virtual de algunos videojuegos (como rings en los que practicar); las múltiples funciones de los teléfonos móviles (como medios de grabación de sus fechorías de carne y hueso) y la fuerza de internet (con YouTube y Google Vídeos de principales plataformas de lanzamiento) son una cadena de transmisión perfecta de este tipo de actitudes si no hay ningún adulto al lado que sepa encauzar sus enormes ventajas.
El poco tiempo que muchos padres dedican a los hijos condiciona las pautas de comportamiento ante las videoconsolas y la televisión, actividades a las que los niños se entregan como si se tratara de entretenimientos para practicar en solitario. "Los niños se ponen delante de la pantalla completamente solos --comenta Ferran Ruiz, profesor de Pedagogía de la Universitat de Barcelona--, y si no hay un adulto que les ayude a contextualizar y descodificar algunos mensajes, es muy difícil que sepan discernir entre lo positivo y lo negativo".

Para que los menores tengan entonces unos claros referentes es necesario que los padres les enseñen a ver la tele, a interpretarla y ser críticos con ella, coinciden los expertos consultados.

"De esta manera, seguro que muchos chavales acaban desmitificando a esos luchadores que son actualmente sus mitos", añade el doctor Ferré, quien considera además que las decisiones educativas han ido también mal encaminadas durante años. Palabras como "ética" y "disciplina" han sido consideradas como un tabú o no han sido bien empleadas, y eso ha motivado "que se haya alejado a los pequeños de la casa del contacto con la realidad", afirma.

Eso sí, "que nadie piense ahora que los niños de hoy en día son más malos que los de antes", remacha el profesor Ruiz.

No hay comentarios: